Andrés Cerio<p>Poemas a media voz<p>LA BUHARDILLA DE COLETTE Nº 1 Noviembre/diciembre 2006: RUBÉN PATRIZI: Locura

Andrés Cerio

Poemas a media voz

LA BUHARDILLA DE COLETTE Nº 1 Noviembre/diciembre 2006

Muere lentamente,

quien abandona un proyecto antes de iniciarlo,

no preguntando de un asunto que desconoce

o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.

Solamente la ardiente paciencia

hará que conquistemos una espléndida felicidad.

Pablo Neruda

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Lugar: Barcelona (Catalunya), Països Catalans

LA MEVA NACIÓ ÉS LA LLENGUA CATALANA (en paraules de Pessoa). Intolerant amb la intolerància i amb qui abandona la coherència pel camí de la vida. La resta no té cap mena d'importància.

10 noviembre 2006

RUBÉN PATRIZI: Locura

Locura

Que no es larosa lo que turba

Sino el encanto del aroma.

Blanco-Fombona

Quería dejarlo todo, irme.Irme muy lejos, mandar todoy a todos, al demonio, ya no me importaba nada. Solo quería largarme, estar lo más lejos posible de...
Pero los recuerdos se irán conmigo y en donde esté siempre me atormentaran.
Siempre me perseguirán los momentos y las reminiscencias estarán allí, aplastándome...
Después de estas semanas que han pasado de una forma violenta, y que se han convertido en meses casi sin darme cuenta, en medio de mi obnubilada existencia,
puedo pensar por fin más detenidamente.Ya no tengo rencor en mi corazón, y mis penas han mermado, puedo decir que han desaparecido por completo.
El tiempo es el único antídoto, para curar las enfermedades del alma.
Los celos, me quemaban por dentro, caminaba por las calles con un solo pensamiento, con sentimientos extremadamente pugnases y dolorosos que me hacían hervir la sangre, con un odio que no sabía que podría poseer, descubriendo en mí esas emociones tan negativas.
Hay dolor, fuego, odio, ganas de matar, algo dentro de mí que me hace volver loco y solo el llorar, el derramar lágrimas hacen bajar la presión y estallando en sollozos logro controlar mi interior. Sino explotaría esparciendo los sesos por doquier.
Estos sentimientos son todo lo opuesto al amor, es como pagar culpas con locura, esta locura que mata, que asesina lentamente mi mente y mi conciencia
Te sueño entre mis brazos
Sintiendo tú mis besos
Recibiendo mis caricias
Oyendo mis palabras
Que como un arrullo
Te hablan de amor
El tiempo inexorable pasa la cuenta, los años son como un castigo y un premio a la vez.
Uno puede salir derrotado y darse cuenta, que se puede sobrevivir...
Si. Se puede sobrevivir a una, dos, tres, y miles de derrotas.
Mi dolor no era morirme poco a poco. Solo era que morir no quiero, aunque deseaba hacerlo y hacerlo regodeándome en el dolor, extasiándome con él.
Sentirme vivo y sentirme que no vivo y el dolor en el pecho brota a borbotones y alborozarme en el fracaso...
Y pasan unos días y otros y otros, más los recuerdos se agolpan en las sienes y viven en el pecho, la solución es la muerte pero no viene cuando se le llama.
Y veo sus ojos que me miran y su sonrisa que me inunda, siento su aroma de mastranto
como sendero de llano...
Y una sensación de ignavia se entroniza y no me deja actuar, quitándome la voluntad.
Entro en mundos ignotos donde la sombra de sus recuerdos llegan alborozados...
Ojos negros que me miran y sonríen
Boca pequeña y dulces labios rojos
ricos en almíbar
miel su piel
azabache su mata oscura
turgentes sus senos...
Y oigo su risa, que es manantial de agua pura, que baja por la colina haciendo eco entre los cantos y el burbujear del agua entre los meandros llenos de espuma.
Sus ojos , sus sonrisa, su piel, sus manos, su pelo negro azabache, toda ella hermosa, como de virgen de iglesia, juvenil, tierna, bella.
Aspirar y sentir la fragancia que brota de su cálido cuerpo, sus efluvios naturales de mujer
Las palabras que brotaban de sus labios eran elogios, el encanto de la amistad
Su timidez, recostada a la pared, muy cerca del dintel de la puerta del cuarto, observándome con la mirada nublada, media sonrisa, mordiéndose el labio inferior, insinuándome universos.
Y su entrecortada respiración y la turgencia de sus senos, su pecho que florece entre mis manos y se mueve entre los compases de la respiración
Su pelo negro que desciende hasta la cintura, cubriendo el arco de sus caderas, haciendo desviar la vista hasta los torneados muslos
Sus diminutos pies, pequeñitos dedos retozones coronados de luz
Y la piel, brillante como el nácar, dulce como el chocolate, morena, blanca, cetrina, la luz la transforma, la delinea, la dibuja. Es como una alfombra de alpaca suave, como la seda más fina, tersa.
Y se va difuminando en mi cerebro, desapareciendo la imagen, perdiéndose entre los recovecos de mi imaginación...
La adoré...
Y el pensar en una fórmula para la liberación del dolor, salir de la angustia y de la frustración
Y pensé en el acero frío y negro de los cañones de mi escopeta, en escapar solo colocándola en mi boca, morderlo y apretar el gatillo poco a poco. En un santiamén saldría de mi dolor y dejaría regados por doquier los restos de mi tormento.
La amaba con locura con desesperación , como cuando se aferra a un leño en alta mar, la última oportunidad de vivir o de morir en un ahogo de suspiros.
Mi azahar que desprende fino aroma
ardiente de sol, luz y vida
Sonrisa que vaga silente
Entre recovecos
Inescrutables del pensamiento
Dulce absorta
Llena de misteriosos
Secretos.
Sería muy fácil actuar con cobardía , solo tendría que ser valiente para apretar el gatillo. Tener el valor para acabar, y tenerlo para no acabar. No lo hago por cobarde sino pensando en el resultado.
Finalizar todo de mil maneras.
La navaja de afeitar, y empezar a desangrarme, dejando brotar el líquido vital que mana vida.
Sentir el afilado corte, el que roe las venas en un tajo mortal, haciendo brotar incesante la vida, la hojilla afilada que irrumpe con su brillo violando la piel.
O meterme en el agua y dejarme llevar.
Sumergirme y tratar de no respirar.
Tan frágiles que somos y tan fuertes
Somos lo uno y lo nada, el cero.
Acabando con todo en un momento.
-No quiero entrar en el salón, me lo impide la conciencia, me lo impide el recuerdo. El leve empujón, del amigo, que con suavidad me conduce más allá del dintel.
La claridad del entorno me ciega, desde los ventanales el chorro de luz, entrecierro los ojos y me vienen imágenes que pasan por ellos son como diapositivas, una a la vez. Vienen arrastrándose. Estoy de nuevo en el salón como si no hubiesen pasado los días; Puedo oír el barullo, el ruido del que se aclara la garganta, el murmullo de voz del que habla en susurro, el libro que se cierra, el papel que cae, la escritura que hace el lápiz , el mueble que cruje, el fru fru de las faldas , su perfume...
Ella me mira con sus ojos de gato, se acerca con socaliñado paso felino, ágil y voluptuoso.
Sus medias blancas a media pantorrilla, su falda plisada, su blusa de mangas cortas ceñida a la cintura, amplia en su pecho cerrada hasta el último botón muy cerca de su cuello.
Y titilan las campanillas de los móviles al balancearse con tenue la brisa, es su voz la que se siente
Esta parada, erguida en la pared, me mira, su blusa abierta muestra el descote, se logra ver la oculta flor de su aureola.
Deseos hilvanados me llenan el alma y nos encontramos en otro mundo. Entre el tiempo y el espacio, en la misma habitación, los dos solos en un rincón, debajo del pizarrón, atando nuestras vidas sobre el polvo blanco de la tiza.
De sus sienes bajan dos gotas de sudor, su pelo enmarañado sobre mi pecho, su rostro muy cerca de mi corazón y sus labios dicen palabras incoherentes que solo él sabe escuchar. Solo son latidos que se mezclan con los susurros y la respiración. Su cuerpo está casi encima de mis piernas, respiramos el mismo aire, sentimos el mismo aroma y nuestras palabras son solo murmullos quedos, nuestras palmas exploran nuestro cuerpo, vivimos en la misma realidad ,la misma vida, somos los minutos y segundos, horas que estamos extasiados uno junto al otro, sin importarnos nada ni nadie. Unicamente nosotros vivimos en el mundo
Su respiración se normaliza, sus labios ya no tiemblan, sus parparos se abren sus ojos me miran, veo en ellos regocijo, alegría, mi mano sobre su seno, la otra la abraza.
Y ando con el corazón sitibundo, esperando que venga a mi llamada.
Ven, ven pronto.
Y me preguntaba de donde eres.
Le contestaba en broma, con burla y dueño de la situación, enardecido por su juventud, yo era el creador.
Soy de lejos y de cerca
Soy de aquí y de allá
Soy como el viento
Y si me metes en tu corazón
Estaré siempre muy cerquita de ti.
Ella se ríe y me dice tonto, me abraza. Sus labios rozan mis mejilla.
“ Y tu nunca te sonrojas”.
Ella me contesta” Cuando se ama no cabe la vergüenza, solo el pudor para no mostrarse abierta para no entrar en el desencanto ni en lo burdo. Solo lo sutil, suave y delicado, debe mezclarse para tener una relación duradera”.
“Tanta experiencia tienes”
“Soy poca de edad, pero en mi mente fluyen situaciones, mi imaginación es inagotable e infinita.
“Pero qué modesta eres”....
Ríe. Con sonrisas de molino de viento.
Y entre mis brazos se estrujaba la flor, bebiendo de mis besos y la sentía toda recorriendo con mi tacto su piel. Los intersticios y oquedades, toda era sentidos, ecos de suspiros de languidez, de pasión y de locura. Vaporosas sábanas sobre cuerpos en unión mágica en acordes armoniosos consonantes con ritmos musicales etéreos.
Y me iba hinchando como las gavias de un velero, llenándome de estima y apego, el cariño
se convierte en quereres empezando a idolatrar con devoción insana.
Y entonces me perdí...
La adore...
Y la realidad y los sueños se confabularon y ya no podía distinguir entre ambos.
Vivía el sueño y soñaba con la certidumbre.
Déjame amarte. Solo déjame amarte. Era un grito desgarrador que salía de entre mis poros, muy dentro de mi.
Tenía catorce, o quince, diez y seis o diez y siete. Qué se yo.
Solo sabía que la amaba, que era una flor muy hermosa...
En hermético silencio se convirtió el entusiasmo.
Las preguntas, los porques. Ambigüedades
Se perdió el control
Es que te gustan jóvenes
Que son insulsos y groseros
Son patanes y sin dinero
Lo único que blanden
Es su juventud
Tesoro más grande del cielo
Y tener los dos es un anhelo
Tener dinero y juventud.
Y una decisión inopinada me dejo silbando lejos, la muchacha se fue en un santiamén dejándome como un pendejo.